Había una vez tres hermanos: Martín, Rebeca y Leo.
Martín era moreno y con gafas, tenía 10 años.
Leo era goloso y le gustaban los pasteles, tenía 9 años.
Rebeca era la más pequeña, tenía 8 años.
Un día su madre María fue a comprar manzanas que una viejecita vendía. Eran hermosas y rojas. Cuando llegó la hora de cenar sacó las manzanas. Rebeca le dio un mordisco a una de las manzanas y se desmayó. La llevaron al hospital donde el médico les dijo que había dos niñas igual. María se acordó de la viejecita y se lo dijo a Martín y a Leo. Aquella noche se quedaron en el hospital. A la mañana siguiente ¡Rebeca había desaparecido!...
Leo y Martín fueron a buscarla en el bosque, encontraron una cueva, entraron y allí estaba la viejecita de las manzanas convertida en bruja con Rebeca y las otras dos niñas. Cuando la bruja salió, Martín y Leo cogieron a su hermana y a las dos niñas y las liberaron.
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