No te conoce ni el toro, ni la higuera,
ni las hormigas del campo, ni los patos del lago,
ni los niños que juegan cada día en la rayuela,
solo te conoce la tristeza que a tu casa llega.
La tristeza llenó tu cara de pena,
tus mejillas llenó de lagrimas,
y tu corazón se rompió en mil pedazos
por no ser conocida ni por el caballo que cabalga,
el gato que maúlla y el lobo que aúlla,
ni por los pájaros que en el cielo azul cantaban.
Aquellos pájaros que en el cielo volaban,
esos que por los tejados piaban,
esos pájaros que en el invierno emigraban.
aquel pajarillo que por tu ventana admirabas,
aquel pájaro que te conoció cuando descansabas en tu cama.
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